Cuando a un chulito le ponen un micrófono delante.

Estos últimos días (y espera) estamos disfrutando de una serie de personajes que (a modo de El club de la Comedia) cuando pescan un micrófono empiezan a soltar gilipolleces, improperios y tonterías de todo tipo como si creyeran que sus borderías hacen reír a alguien, a alguien que no sean a sus madres claro. Ya sabemos que una madre hace casi de todo para contentar a sus hijos.

A mí el que más me gusta es Rafael Hernando, que estilo, que labia, que talante, que porte, que…

Uno puede ser ocurrente, graciosillo, incluso socarrón en un momento dado, pero cuando todo tu discurso  se empapa del más desalmado de los sarcasmos malalecheros ® (acabo de registrar este palabro) pues la verdad es que dan más pena que otra cosa.

Esa pose de perdonavidas es más propia de  John Wayne que del actual portavoz del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso de los Diputados y diputado por Almería. 

Estos personajillos de tercera o cuarta línea  saben que no dejarán ningún legado político y por tanto solo les queda intentar figurar en las hemerotecas como la persona más tóxica, venenosa y con más mala baba de cuantas aparecen en los medios de (in)comunicación.